martes, 20 de agosto de 2019

24. NUESTRA ACTITUD ANTE LA ADVERSIDAD Y LAS PRUEBAS.


SI, EN CIRCUNSTANCIAS PENOSAS, hombres de poder espiritual, 128 apremiados más de lo que pueden soportar, se desalientan y abaten; si a veces no ven nada deseable en la vida, esto no es cosa extraña o nueva.  Recuerden los tales que uno de los profetas más poderosos huyó por su vida ante la ira de una mujer enfurecida.  Fugitivo, cansado y agobiado por el viaje, con el ánimo abatido por la cruel desilusión, solicitó que se le dejase morir.  Pero fue cuando su esperanza había desaparecido y la obra de su vida se veía amenazada por la derrota, cuando aprendió una de las lecciones más preciosas de su vida.  En la hora de su mayor flaqueza conoció la necesidad y la posibilidad de confiar en Dios en las circunstancias más severas.

LOS QUE, MIENTRAS DEDICAN LAS ENERGÍAS DE SU VIDA A UNA LABOR ABNEGADA, se sienten tentados a ceder al abatimiento y la desconfianza, pueden cobrar valor de lo que experimentó Elías.  El cuidado vigilante de Dios, su amor y su poder se manifiestan en forma especial para favorecer a sus siervos cuyo celo no es comprendido ni apreciado, cuyos consejos y reprensiones se desprecian y cuyos esfuerzos por las reformas se retribuyen con odio y oposición.
Es en el momento de mayor debilidad cuando Satanás asalta al alma con sus más fieras tentaciones.  Así fue como esperó prevalecer contra el Hijo de Dios; porque por este método había obtenido muchas victorias sobre los hombres.  Cuando la fuerza de voluntad flaqueaba y faltaba la fe, entonces los que se habían destacado durante mucho tiempo y con valor por el bien, cedían a la tentación.  MOISÉS, cansado por cuarenta años de peregrinación e incredulidad, perdió por un momento su confianza en el Poder infinito. Fracasó precisamente en los lindes de la tierra prometida.  Así también fue con Elías.  El que había mantenido su confianza en Jehová a través de los años de sequía y hambre; el que había estado intrépidamente frente a Acab; el que durante el día de prueba había estado en el Carmelo delante de toda la nación como único testigo del Dios verdadero, en un momento de cansancio permitió que el temor de la muerte venciese su fe en Dios. 129 

Y ASÍ SUCEDE HOY.  Cuando estamos rodeados de dudas y las circunstancias nos dejan perplejos, o nos afligen la pobreza y la angustia, Satanás procura hacer vacilar nuestra confianza en Jehová.  Entonces es cuando despliega delante de nosotros nuestros errores y nos tienta a desconfiar de Dios, a poner en duda su amor.  Así espera desalentar al alma, y separarnos de Dios.

Los que, destacándose en el frente del conflicto, se ven impelidos por el Espíritu de Dios a hacer una obra especial, experimentarán con frecuencia una reacción cuando cese la presión.  El abatimiento puede hacer vacilar la fe más heroica y debilitar la voluntad más firme.  Pero Dios comprende, y sigue manifestando compasión y amor.  Lee los motivos y los propósitos del corazón.  Aguardar con paciencia, confiar cuando todo parece sombrío, es la lección que necesitan aprender los dirigentes de la obra de Dios.  El Cielo no los desamparará en el día de su adversidad.  No hay nada que parezca más impotente que el alma que siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay nada que sea más invencible.

No sólo es para los hombres que ocupan puestos de gran responsabilidad la lección de lo que experimentó Elías al aprender de nuevo a confiar en Dios en la hora de prueba.  El que fue la fortaleza de Elías es poderoso para sostener a cada hijo suyo que lucha, por débil que sea.  Espera de cada uno que manifieste lealtad, y a cada uno concede poder según su necesidad.  En su propia fuerza el hombre es absolutamente débil; pero en el poder de Dios puede ser fuerte para vencer el mal y ayudar a otros a vencerlo.  Satanás no puede nunca aventajar a aquel que hace de Dios su defensa. "Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza." (Isa. 45: 24.)

HERMANO CRISTIANO (A), Satanás conoce tu debilidad; por lo tanto aférrate a Jesús. Permaneciendo en el amor de Dios, puedes soportar toda prueba. Sólo la justicia de Cristo puede darte poder para resistir a la marea del mal que arrasa al 130 mundo.

 INTRODUCE FE EN TU EXPERIENCIA.  La fe alivia toda carga y todo cansancio.  Si confías de continuo en Dios, podrás comprender las providencias que te resultan ahora misteriosas. Recorre por la fe la senda que él te traza.  

TENDRÁS PRUEBAS; pero sigue avanzando.  Esto fortalecerá tu fe, y te preparará para servir.  Los anales de la historia sagrada fueron escritos, no simplemente para que los leamos y nos maravillemos, sino para que obre en nosotros la misma fe que obró en los antiguos siervos de Dios.  El Señor obrará ahora de una manera que no será menos notable doquiera haya corazones llenos de fe para ser instrumentos de su poder.

A nosotros, como a Pedro, se dirigen estas palabras: "Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; mas yo he rogado por ti que tu fe no falte." (Luc. 22: 31, 32.) 
NUNCA ABANDONARÁ Cristo a aquellos por quienes murió.  Nosotros podemos dejarle y ser abrumados por la tentación; pero nunca puede Cristo desviarse de un alma por la cual dio su propia vida como rescate. 

UN CONFLICTO REAL
Si nuestra visión espiritual pudiese despertarse, veríamos almas agobiadas por la opresión y cargadas de pesar, como un carro de gavillas, a punto de morir desalentadas.  Veríamos ángeles volar prestamente en ayuda de estos seres tentados, para rechazar las huestes del mal que los rodean y colocar sus pies sobre el fundamento seguro.  LAS BATALLAS QUE SE RIÑEN ENTRE LOS DOS EJÉRCITOS SON TAN REALES como las que entablan los ejércitos de este mundo, y son destinos eternos los que dependen del resultado del conflicto espiritual.

En la visión del profeta Ezequiel aparecía como una mano debajo de las alas de los querubines.  Esto tenía por fin enseñar a los siervos de Dios que el poder divino es lo que da éxito.  Aquellos a quienes Dios emplea como sus mensajeros no deben considerar que la obra de él depende de ellos. 

 Los seres finitos no son los que han de llevar esta carga de responsabilidad.  El que no duerme, el que está obrando de continuo para realizar sus designios, llevará adelante su obra.  El estorbará los propósitos de los hombres impíos, confundirá los consejos de 131 aquellos que maquinan el mal contra su pueblo.  El que es el Rey, el Señor de los ejércitos, está sentado entre los querubines; y en medio de la lucha y el tumulto de las naciones, sigue guardando a sus hijos.  Cuando las fortalezas de los reyes sean derribadas, cuando las saetas de la ira atraviesen los corazones de sus enemigos, su pueblo estará seguro en sus manos. HPR EGW  132