miércoles, 11 de diciembre de 2019

CAPÍTULO 19. JUDÍOS Y GENTILES.

Basado en Hechos 15:1-35.
AL LLEGAR A ANTIOQUÍA DE SIRIA, desde donde habían sido enviados para emprender su misión, Pablo y Bernabé aprovecharon pronto una oportunidad para reunir a los creyentes, y "relataron cuán grandes cosas había Dios hecho con ellos, y cómo había abierto a los Gentiles la puerta de la fe." (Hech. 14:27).

  LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA era grande y seguía creciendo. Por ser un centro de actividad misionera, era uno de los más importantes grupos de creyentes cristianos. 

Entre Sus Miembros Había Muchas Clases De Gente, Tanto Judíos Como Gentiles. 

MIENTRAS LOS APÓSTOLES PARTICIPABAN CON LOS MINISTROS Y MIEMBROS LAICOS DE ANTIOQUÍA en un ferviente esfuerzo por ganar muchas almas para Cristo, ciertos creyentes judíos de Judea, "de la secta de los Fariseos," lograron introducir una cuestión que pronto produjo una amplia controversia en la iglesia e infundió consternación a los creyentes gentiles. 

 CON GRAN APLOMO, estos maestros judaizantes aseveraban que a fin de ser salvo, uno debía ser circuncidado y guardar toda la ley ceremonial. 

PABLO Y BERNABÉ HICIERON FRENTE A ESTA FALSA DOCTRINA CON PRONTITUD, y se opusieron a que se presentara el asunto a los gentiles. Por otra parte, muchos de los judíos creyentes de Antioquía favorecían la tesis de los hermanos recién venidos de Judea. Los conversos judíos no estaban generalmente inclinados a avanzar tan rápidamente como la providencia de Dios les abría el camino. Por el resultado de las labores de los apóstoles entre los gentiles, era evidente que los conversos entre éstos serían 154 muchos más que los conversos judíos. 

 LOS JUDÍOS TEMÍAN que si no se imponían las restricciones y ceremonias de su ley a los gentiles como condición de entrada en la iglesia, las peculiaridades nacionales de los judíos, que hasta entonces los habían distinguido de todos los demás pueblos, desaparecerían finalmente de entre aquellos que recibían el mensaje evangélico. 

LOS JUDÍOS SE HABÍAN ENORGULLECIDO SIEMPRE DE SUS CULTOS DIVINAMENTE SEÑALADOS; y muchos de aquellos que se habían convertido a la fe de Cristo, sentían todavía que, puesto que Dios había bosquejado una vez claramente la forma hebrea del culto, era improbable que autorizara alguna vez un cambio en cualquiera de sus detalles. Insistían en que las leyes y ceremonias judías debían incorporarse en los ritos de la religión cristiana. 

 ERAN LENTOS EN DISCERNIR que todas las ofrendas de los sacrificios no habían sino prefigurado la muerte del Hijo de Dios, en la cual el símbolo se había cumplido, y después de la cual los ritos y ceremonias de la dispensación mosaica no estaban más en vigor.

Antes de su conversión, Pablo se había considerado, "cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible." (Fil. 3:6.) Pero desde que cambiara de corazón, había adquirido un claro concepto de la misión del Salvador como Redentor de toda la especie, gentiles tanto como judíos, y había aprendido la diferencia entre una fe viva y un muerto formalismo. 

A LA LUZ DEL EVANGELIO, los antiguos ritos y ceremonias confiados a Israel habían adquirido un nuevo y más profundo significado. Las cosas prefiguradas por ellos se habían producido, y los que vivían bajo la dispensación evangélica habían sido relevados de su observancia. 

SIN EMBARGO, Pablo Todavía Guardaba Tanto En El Espíritu Como En La Letra, La Inalterable Ley Divina De Los Diez Mandamientos. 

EN LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA, la consideración del asunto de la circuncisión provocó mucha discusión y contienda. Finalmente, los miembros de la iglesia, temiendo que si la discusión continuaba se provocaría una división entre ellos, decidieron 155 enviar a Pablo y Bernabé, con algunos hombres responsables de la iglesia, hasta Jerusalén, a fin de presentar el asunto a los apóstoles y ancianos. Habían de encontrarse allí con delegados de las diferentes iglesias, y con aquellos que habían venido a Jerusalén para asistir a las próximas fiestas. Mientras tanto, había de cesar toda controversia hasta que fuese dada una decisión final en el concilio general. Esta decisión sería entonces aceptada universalmente por las diversas iglesias en todo el país. 

EN CAMINO A JERUSALÉN, los apóstoles visitaron a los creyentes de las ciudades por las cuales pasaron, y los animaron relatándoles lo que les había sucedido en la obra de Dios y la conversión de los gentiles.

EN JERUSALÉN, los delegados de Antioquía se encontraron con los hermanos de las diversas iglesias, que se habían reunido para asistir a un concilio general; y les relataron el éxito que había tenido su ministerio entre los gentiles. 

 Expusieron entonces la confusión provocada por el hecho de que ciertos conversos fariseos habían ido a Antioquía y declarado que para salvarse, los conversos gentiles debían circuncidarse y guardar la ley de Moisés. 

ESTA CUESTIÓN SE DISCUTIÓ CALUROSAMENTE En La Asamblea. Íntimamente Relacionados Con El Asunto De La Circuncisión, Había Varios Otros Que Demandaban Cuidadoso Estudio. 

UNO ERA EL PROBLEMA de la actitud que debía adoptarse hacia el uso de alimentos ofrecidos a los ídolos. 

MUCHOS DE LOS CONVERSOS GENTILES vivían entre gentes ignorantes y supersticiosas, que hacían frecuentes sacrificios y ofrendas a los ídolos. Los sacerdotes de este culto pagano realizaban un extenso comercio con las ofrendas que se les llevaban; y los judíos temían que los conversos gentiles deshonraran el cristianismo comprando lo que había sido ofrecido a los ídolos, y sancionaran así, en cierta medida, las costumbres idólatras. 

ADEMÁS, LOS GENTILES Estaban Acostumbrados A Comer La Carne De Animales Estrangulados, mientras que a los judíos se 156 les había enseñado divinamente que cuando se mataban bestias para el consumo, se debía ejercer un cuidado particular de que se desangrara bien el cuerpo; de otra manera, la carne no se consideraría saludable. Dios había ordenado esto a los judíos para la conservación de su salud.

LOS JUDÍOS Consideraban Pecaminoso Usar Sangre Como Alimento. Sostenían que la sangre era la vida, y que el derramamiento de la sangre era consecuencia del pecado. 

LOS GENTILES, POR EL CONTRARIO, Acostumbraban Recoger La Sangre De Las Víctimas De Los Sacrificios, y usarla en la preparación de alimentos. Los judíos no creían que debieran cambiar las costumbres que habían adoptado bajo la dirección especial de Dios. Por lo tanto, como estaban entonces las cosas, si un judío y un gentil intentaran comer a la misma mesa, el primero sería ofendido y escandalizado por el último. Los gentiles, y especialmente los griegos, eran extremadamente licenciosos, y había peligro de que algunos, de corazón inconverso, profesaran la fe sin renunciar a sus malas prácticas. 

 Los cristianos judíos no podían tolerar la inmoralidad que no era considerada criminal por los paganos. Los judíos, por lo tanto, consideraban muy conveniente que se impusiesen a los conversos gentiles la circuncisión y la observancia de la ley ceremonial, como prueba de su sinceridad y devoción. Creían que esto impediría que se añadieran a la iglesia personas que, adoptando la fe sin la verdadera conversión del corazón, pudieran después deshonrar la causa por la inmoralidad y los excesos. 

LOS DIVERSOS PUNTOS envueltos en el arreglo del principal asunto en disputa parecían presentar ante el concilio dificultades insuperables. Pero en realidad el Espíritu Santo había resuelto ya este asunto, de cuya decisión parecía depender la prosperidad, si no la existencia misma, de la iglesia cristiana. 

"HABIENDO HABIDO GRANDE CONTIENDA, LEVANTÁNDOSE PEDRO, LES DIJO: Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi 157 boca la palabra del evangelio, y creyesen." Arguyó que el Espíritu Santo había decidido el asunto en disputa descendiendo con igual poder sobre los incircuncisos gentiles y los circuncisos judíos. Relató de nuevo su visión, en la cual Dios le había presentado un lienzo lleno de toda clase de cuadrúpedos, y le había ordenado que matara y comiese. Cuando rehusó hacerlo, afirmando que nunca había comido nada común o inmundo, se le había contestado: "Lo que Dios limpió, no lo llames tú común." (Hech. 10:15). 

PEDRO relató la sencilla interpretación de estas palabras, que se le dio casi inmediatamente en la intimación a ir al centurión e instruirlo en la fe de Cristo. Este mensaje probaba que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta y reconoce a todos los que le temen. Pedro refirió su asombro cuando, al hablar las palabras de verdad a esa asamblea reunida en la casa de Cornelio, fue testigo de que el Espíritu Santo tomó posesión de sus oyentes, tanto gentiles como judíos. La misma luz y gloria que se reflejó en los circuncisos judíos brilló también en los rostros de los incircuncisos gentiles. 

 CON ESTO DIOS ADVERTÍA A PEDRO que no considerase a unos inferiores a otros; porque la sangre de Cristo podía limpiar de toda inmundicia. 

En una ocasión anterior, Pedro había razonado con sus hermanos concerniente a la conversión de Cornelio y sus amigos, y a su trato con ellos. Cuando relató en aquella ocasión cómo el Espíritu Santo descendió sobre los gentiles, declaró: "Así que, si Dios les dio el mismo don también como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?" (Hech. 11:17.) 

Ahora, con igual fervor y fuerza, dijo: "Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fe sus corazones. Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?" 

 ESTE YUGO NO ERA LA LEY DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS, como aseveran algunos que se 158 oponen a la vigencia de la ley; Pedro se refería a la ley de las ceremonias, que fue anulada e invalidada por la crucifixión de Cristo. 

EL DISCURSO DE PEDRO dispuso a la asamblea para escuchar con paciencia a Pablo y Bernabé, quienes relataron lo que habían experimentado al trabajar por los gentiles. "Toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los Gentiles." 

SANTIAGO también dio testimonio con decisión, declarando que era el propósito de Dios conceder a los gentiles los mismos privilegios y bendiciones que se habían otorgado a los judíos. 

Plugo al Espíritu Santo no imponer la ley ceremonial a los conversos gentiles, y el sentir de los apóstoles en cuanto a este asunto era como el sentir del Espíritu de Dios. 

 ¿PEDRO CABEZA DE LA IGLESIA?

 Santiago presidía el concilio, y su decisión final fue: "Yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados." Esto puso fin a la discusión. 

 EL CASO REFUTA LA DOCTRINA QUE SOSTIENE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA, de que Pedro era la cabeza de la iglesia. Aquellos que, como papas, han pretendido ser sus sucesores, no pueden fundar sus pretensiones en las Escrituras. Nada en la vida de Pedro sanciona la pretensión de que fue elevado por encima de sus hermanos como el vicegerente del Altísimo. Si aquellos que se declaran ser los sucesores de Pedro hubieran seguido su ejemplo, habrían estado siempre contentos con mantenerse iguales a sus hermanos. 

EN ESTE CASO, SANTIAGO parece haber sido escogido para anunciar la decisión a la cual había llegado el concilio. Su sentencia fue que la ley ceremonial, y especialmente el rito de la circuncisión, no debía imponerse a los gentiles, ni aun recomendarse. Santiago trató de grabar en la mente de sus hermanos el hecho de que, al convertirse a Dios, los gentiles habían hecho un gran cambio en sus vidas, y que debía ejercerse mucha prudencia para no molestarlos con dudosas y confusas 159 cuestiones de menor importancia, no fuera que se desanimaran en seguir a Cristo. 

LOS CONVERSOS GENTILES, SIN EMBARGO, debían abandonar las costumbres inconsecuentes con los principios del cristianismo. Los apóstoles y ancianos convinieron por lo tanto en pedir a los gentiles por carta que se abstuvieran de los alimentos ofrecidos a los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado, y de sangre. Debía instárselos a guardar los mandamientos, y a vivir una vida santa. Debía asegurárseles también que los que habían declarado obligatoria la circuncisión no estaban autorizados por los apóstoles para hacerlo. 

PABLO Y BERNABÉ les fueron recomendados como hombres que habían expuesto sus vidas por el Señor.

JUDAS Y SILAS fueron enviados con estos apóstoles para que declarasen de viva voz a los gentiles la decisión del concilio: "Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis." 

Los Cuatro Siervos De Dios Fueron Enviados A Antioquía Con La Epístola Y El Mensaje Que Debían Poner Fin A Toda Controversia; Porque Eran La Voz De La Más Alta Autoridad En La Tierra. 

El concilio que decidió este caso estaba compuesto por los apóstoles y maestros que se habían destacado en levantar iglesias cristianas judías y gentiles, con delegados escogidos de diversos lugares. Estaban presentes los ancianos de Jerusalén y los diputados de Antioquía, y estaban representadas las iglesias de más influencia.

 El concilio procedió de acuerdo con los dictados de un juicio iluminado, y con la dignidad de una iglesia establecida por la voluntad divina. Como resultado de sus deliberaciones, todos vieron que Dios mismo había resuelto la cuestión en disputa concediendo a los gentiles el Espíritu Santo; y comprendieron que a ellos les correspondía seguir la dirección del Espíritu. Todo el cuerpo de cristianos no fue llamado a votar sobre el 160 asunto.

 LOS "APÓSTOLES Y ANCIANOS," hombres de influencia y juicio, redactaron y promulgaron el decreto, que fue luego aceptado generalmente por las iglesias cristianas. 

 NO TODOS, SIN EMBARGO, ESTABAN SATISFECHOS con la decisión; había un bando de hermanos ambiciosos y confiados en sí mismos que estaban en desacuerdo con ella. Estos hombres estaban decididos a ocuparse en la obra bajo su propia responsabilidad. Se tomaban la libertad de murmurar y hallar faltas, de proponer nuevos planes y tratar de derribar la obra de los hombres a quienes Dios había escogido para que enseñaran el mensaje evangélico.

 Desde el principio la iglesia ha tenido que afrontar tales obstáculos, y tendrá que hacerlo hasta el fin del siglo.

 JERUSALÉN ERA LA METRÓPOLI DE LOS JUDÍOS, y era allí donde se encontraban la intolerancia y el exclusivismo mayores. Los cristianos judíos que vivían a la vista del templo permitían, como era natural que sus mentes se volvieran a los privilegios peculiares de los judíos como nación. 

 CUANDO VIERON QUE LA IGLESIA CRISTIANA se apartaba de las ceremonias y tradiciones del judaísmo, y percibieron que la santidad peculiar con la cual las costumbres judías habían estado investidas pronto serían perdidas de vista a la luz de la nueva fe, muchos se indignaron con Pablo como el que había en gran medida causado este cambio. 

 AUN LOS DISCÍPULOS no estaban todos preparados para aceptar de buen grado la decisión del concilio. 

ALGUNOS eran celosos por la ley ceremonial; y miraban a Pablo con desagrado, porque pensaban que sus principios respecto a las obligaciones de la ley judía eran flojos.

 Las decisiones amplias y de largo alcance del concilio general produjeron confianza en las filas de los creyentes gentiles, y la causa de Dios prosperó. 

 EN ANTIOQUÍA, LA IGLESIA fue favorecida con la presencia de Judas y Silas, los mensajeros especiales que habían vuelto con los apóstoles de la reunión de Jerusalén. "Como ellos también eran profetas." Judas y Silas "consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabra." 

 Estos hombres piadosos permanecieron en Antioquía 161 un tiempo. "Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos." 

(PEDRO Y PABLO) 

CUANDO PEDRO visitó más tarde a Antioquía, ganó la confianza de muchos por su prudente conducta hacia los conversos gentiles. Por un tiempo procedió de acuerdo con la luz procedente del cielo. 

SE SOBREPUSO A SU NATURAL PREJUICIO hasta el punto de sentarse a la mesa con los conversos gentiles. Pero cuando ciertos judíos celosos de la ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo. "Y a su disimulación consentían también los otros judíos; de tal manera que aun Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación." (Gál. 2:13).

 ESTA MANIFESTACIÓN de debilidad de parte de aquellos que habían sido respetados y amados como dirigentes, hizo la más penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles

 LA IGLESIA ESTABA AMENAZADA POR UN CISMA, pero Pablo, que vio la subversiva influencia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado por Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verdaderos sentimientos. En presencia de la iglesia, le preguntó: "Si tú, siendo Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué constriñes a los Gentiles a judaizar?" (Vers. 14).

 PEDRO VIO EL ERROR en que había caído, y se puso a reparar inmediatamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que conoce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta debilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse. 

 AUN LOS MEJORES HOMBRES, abandonados a sí mismos, se equivocan. Dios vio también que en lo venidero algunos se engañarían hasta el punto de atribuir a Pedro y sus presuntos sucesores las exaltadas prerrogativas que pertenecen a Dios solo. Y este informe de la debilidad del apóstol subsistiría como prueba de que no era infalible ni superior a los otros apóstoles162 

LA HISTORIA DE ESTE APARTAMIENTO DE LOS BUENOS PRINCIPIOS permanece como una solemne amonestación para los hombres que ocupan puestos de confianza en la causa de Dios, para que no carezcan de integridad, sino que se adhieran firmemente a los principios. Cuanto mayores son las responsabilidades colocadas sobre el agente humano, y mayores sus oportunidades para mandar y dirigir, mayor daño hará con toda seguridad si no sigue cuidadosamente el camino del Señor y trabaja de acuerdo con las decisiones del cuerpo general de los creyentes en consejo unánime.

 DESPUÉS DE TODOS LOS FRACASOS DE PEDRO; después de su caída y restauración, su largo servicio, su íntima relación con Cristo, su conocimiento de la integridad con que el Salvador practicaba los principios correctos, después de toda la instrucción que había recibido, todos los dones, conocimiento e influencia que había obtenido predicando y enseñando la Palabra, ¿no es extraño que disimulase, y eludiese los principios del Evangelio por temor al hombre, o a fin de granjearse estima? ¿No es extraño que vacilara en su adhesión a lo recto?

 DIOS DÉ A CADA uno la comprensión de su impotencia, de su incapacidad para guiar debidamente su propio navío sano y salvo al puerto. 

(PABLO)

EN SU MINISTERIO, Pablo se veía obligado a menudo a estar solo. Era especialmente enseñado por Dios, y no se atrevía a hacer concesiones que comprometieran los principios. A veces la carga era pesada, pero Pablo se mantenía firme de parte de lo recto. Comprendía que la iglesia no debía ser puesta nunca bajo el dominio del poder humano.

 Las tradiciones y máximas de los hombres no debían tomar el lugar de la verdad revelada. El avance del mensaje evangélico no debía ser estorbado por los prejuicios y las preferencias de los hombres, cualquiera fuese su posición en la iglesia. 

PABLO se había consagrado con todas sus facultades al servicio de Dios. Había recibido las verdades del Evangelio directamente del cielo, y en todo su ministerio mantuvo una relación vital con los agentes celestiales.

 Había sido enseñado 163 por Dios en cuanto a la imposición de cargas innecesarias a los cristianos gentiles; así cuando los creyentes judaizantes introdujeron en la iglesia de Antioquía el asunto de la circuncisión, Pablo conocía el sentir del Espíritu de Dios concerniente a esa enseñanza, y tomó una posición firme e inflexible que libró a las iglesias de las ceremonias y los ritos judíos. 

NO OBSTANTE el hecho de que Pablo era enseñado personalmente por Dios, no tenía ideas exageradas de la responsabilidad personal. Aunque esperaba que Dios lo guiara directamente, estaba siempre listo a reconocer la autoridad impartida al cuerpo de creyentes unidos como iglesia.

SENTÍA LA NECESIDAD DE CONSEJO; y cuando se levantaban asuntos de importancia, se complacía en presentarlos a la iglesia, y se unía con sus hermanos para buscar a Dios en procura de sabiduría para hacer decisiones correctas. Aun "los espíritus de los profetas ­decía­ sujetos están a los profetas: porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como sucede en todas las iglesias de los santos."(1Cor. 14:32, 33, V.M.) Con Pedro, enseñaba que todos los que están unidos como miembros de iglesia deben estar "sumisos unos a otros." (1 Ped. 5:5.) 164

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación 
Del Evangelio De Jesucristo. (EGW).


CAPÍTULO 18. LA PREDICACIÓN ENTRE LOS PAGANOS.


(Apedreamiento en Listra, Conversión de Timoteo)

Basado en Hechos 14:1-26.

DE ANTIOQUÍA DE PISIDIA, PABLO Y BERNABÉ FUERON A ICONIO. En ese lugar, como en Antioquía, comenzaron sus labores en la sinagoga de su propio pueblo. Tuvieron un éxito notable; "creyó una grande multitud de Judíos, y asimismo de Griegos." Pero en Iconio, como en otros lugares donde los apóstoles trabajaron, "los Judíos que fueron incrédulos, incitaron y corrompieron los ánimos de los Gentiles contra los hermanos."

LOS APÓSTOLES, SIN EMBARGO, No Se Dejaron Desviar De Su Misión; Porque Muchos Aceptaban El Evangelio De Cristo. Frente a la oposición, la envidia y el prejuicio, continuaron su trabajo, "hablando denodadamente en el Señor;" y Dios "daba testimonio a la palabra de su gracia, dando que señales y milagros fuesen hechos por las manos de ellos." Estas evidencias de la aprobación divina tenían una poderosa influencia sobre aquellos cuyas mentes estaban abiertas a la convicción, y los conversos al Evangelio se multiplicaban.

LA CRECIENTE POPULARIDAD Del Mensaje Predicado Por Los Apóstoles Llenó De Envidia Y Odio A Los Judíos Incrédulos, Y Resolvieron Éstos Poner Coto De Una Vez A Las Labores De Pablo Y Bernabé.

MEDIANTE FALSOS Y EXAGERADOS INFORMES, indujeron a las autoridades a temer que toda la ciudad fuera incitada a la insurrección. Declararon que muchos se estaban adhiriendo a los apóstoles, y sugirieron que lo hacían con secretos y peligrosos designios. Como resultado de estas acusaciones, los discípulos fueron conducidos repetidas veces ante las autoridades; pero su defensa era tan clara y sensata, y su exposición de lo que enseñaban 145 era tan serena y amplia, que se ejerció una poderosa influencia en favor de ellos. Aunque los magistrados tenían prejuicios contra ellos debido a las falsas declaraciones que habían oído, no se atrevieron a condenarlos. No podían menos que reconocer que las enseñanzas de Pablo y Bernabé tendían a formar hombres virtuosos, ciudadanos obedientes de la ley, y que la moral y el orden de la ciudad se fortalecerían si fueran aceptadas las verdades enseñadas por los apóstoles.

A CAUSA DE LA OPOSICIÓN que afrontaban los discípulos, se le dio mucha publicidad al mensaje de la verdad; los judíos veían que sus esfuerzos por desbaratar la obra de los nuevos maestros no hacían sino añadir gran número de personas a la nueva fe.  "El vulgo de la ciudad estaba dividido; y unos eran con los Judíos, y otros con los apóstoles."

TAN ENFURECIDOS ESTABAN LOS JEFES DE LOS JUDÍOS por el giro que las cosas tomaban, que decidieron lograr sus fines por la violencia. Despertando las peores pasiones de la ignorante y turbulenta multitud, lograron crear un tumulto, que atribuyeron a las enseñanzas de los discípulos. Mediante esta falsa acusación esperaban que los magistrados les ayudasen a realizar su propósito. Resolvieron que los apóstoles no tuviesen oportunidad de justificarse, y que la multitud interviniese apedreando a Pablo y Bernabé, poniendo así fin a sus labores.

ALGUNOS AMIGOS DE LOS APÓSTOLES, QUE NO ERAN CREYENTES, LES ADVIRTIERON DE LOS MALICIOSOS DESIGNIOS DE LOS JUDÍOS, y los instaron a no exponerse innecesariamente a la furia de la turba, sino a escapar por su vida. De consiguiente, Pablo y Bernabé salieron en secreto de Iconio, dejando que los creyentes continuaran solos por algún tiempo el trabajo. Pero su despedida no era de ninguna manera definitiva; se proponían volver, después que hubiera pasado la excitación, y completar la obra comenzada.

EN TODO TIEMPO Y EN TODOS LOS PAÍSES, los mensajeros de Dios han sido llamados a afrontar acerba oposición de parte de aquellos que deliberadamente escogían rechazar la luz del cielo. A 146 menudo, mediante la tergiversación y la mentira, los enemigos del Evangelio han triunfado aparentemente, cerrando las puertas por las cuales los mensajeros de Dios podían tener acceso al pueblo.

PERO ESAS PUERTAS no pueden permanecer cerradas para siempre; y a menudo, al volver los siervos de Dios después de un tiempo para reanudar sus labores, el Señor ha obrado poderosamente en su favor y los ha habilitado para establecer monumentos destinados a glorificar su nombre.

EXPULSADOS DE ICONIO POR LA PERSECUCIÓN, LOS APÓSTOLES FUERON A LISTRA Y DERBE, EN LICAONIA. Estas ciudades estaban habitadas mayormente por gente pagana y supersticiosa, pero había entre ellos algunos que estaban dispuestos a oír y aceptar el mensaje evangélico. En estos lugares y en la campiña circundante decidieron trabajar los apóstoles, esperando evitar el prejuicio y la persecución de los judíos.

EN LISTRA NO HABÍA SINAGOGA JUDÍA, aunque vivían en la ciudad unos pocos judíos. Muchos de los habitantes de Listra adoraban en un templo dedicado a Júpiter. Cuando Pablo y Bernabé aparecieron en la ciudad y, reuniendo a su alrededor a los listrenses, explicaron las verdades sencillas del Evangelio, muchos trataron de relacionar esas doctrinas con su propia creencia supersticiosa en el culto de Júpiter.

LOS APÓSTOLES SE ESFORZARON POR IMPARTIR A ESTOS IDÓLATRAS UN CONOCIMIENTO DEL DIOS CREADOR Y DE SU HIJO, el Salvador de la especie humana. Primero atrajeron su atención a las obras admirables de Dios, que son el sol, la luna y las estrellas, el hermoso orden de las estaciones sucesivas, las altas montañas cubiertas de nieve, los frondosos árboles, y otras varias maravillas de la naturaleza, que demostraban una habilidad que superaba la comprensión humana. Por medio de estas obras del Todopoderoso, los apóstoles dirigieron la mente de los paganos a la contemplación del gran Gobernante del universo.

Habiendo presentado estas verdades fundamentales concernientes al Creador, los apóstoles hablaron a los listrenses del 147 Hijo de Dios, que vino del cielo a nuestro mundo porque amaba a los hijos de los hombres. Hablaron de su vida y ministerio, su rechazamiento por aquellos a quienes vino a salvar, su juicio y crucifixión, su resurrección y su ascensión al cielo, para actuar allí como abogado del hombre. Así, con el Espíritu y el poder de Dios, Pablo y Bernabé predicaron el Evangelio en Listra.

EN UNA OPORTUNIDAD, Mientras Pablo Estaba Hablando A La Gente De La Obra De Cristo Como Sanador De Los Enfermos Y Afligidos, vio entre sus oyentes un lisiado, cuyos ojos estaban fijos en él, y que recibía y creía sus palabras. El corazón de Pablo se conmovió de simpatía hacia el hombre afligido, en quien discernía a uno que "tenía fe para ser sano." En presencia de la asamblea idólatra, Pablo ordenó al lisiado que se pusiera de pie. Hasta entonces el enfermo no había podido más que sentarse, pero ahora, obedeció instantáneamente a la orden de Pablo, y por primera vez en su vida se puso de pie. Al ejercer así su fe, recibió fuerzas, y el que había sido lisiado "saltó, y anduvo."

"Entonces las gentes, visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses semejantes a hombres han descendido a nosotros." Esta declaración estaba de acuerdo con una tradición suya según la cual los dioses visitaban ocasionalmente la tierra. A Bernabé le llamaron Júpiter, el padre de los dioses, debido a su venerable apariencia, su digno porte, y la suavidad y benevolencia expresadas en su rostro. Creyeron que Pablo era Mercurio, "porque era el que llevaba la palabra," fervoroso y activo, y era elocuente en sus palabras de amonestación y exhortación.

LOS LISTRENSES, ANSIOSOS DE MOSTRAR SU GRATITUD, persuadieron al sacerdote de Júpiter que honrara a los apóstoles, y él, "trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el pueblo sacrificar." Pablo y Bernabé, que habían buscado recogimiento y descanso, no estaban enterados de los preparativos. Pronto, sin embargo, les llamó la atención el sonido de la 148 música y el vocerío entusiasta de una gran multitud que había venido a la casa donde ellos se alojaban.

CUANDO LOS APÓSTOLES descubrieron la causa de esta visita y su acompañante excitación, "rotas sus ropas, se lanzaron al gentío, dando voces," con la esperanza de evitar que siguieran con sus planes. En voz alta y resonante, que se sobrepuso al vocerío de la gente, Pablo requirió su atención; y cuando el tumulto cesó repentinamente, dijo: "Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y la mar, y todo lo que está en ellos: el cual en las edades pasadas ha dejado a todas las gentes andar en sus caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, hinchiendo de mantenimiento y de alegría nuestros corazones".

NO OBSTANTE la categórica negación de los apóstoles de que ellos fueran divinos y no obstante los esfuerzos de Pablo por dirigir la mente de la gente al verdadero Dios como el único objeto digno de adoración, fue casi imposible disuadir a los paganos de su intención de ofrecer sacrificioHabían creído tan firmemente que esos hombres eran en verdad dioses, y era tan grande su entusiasmo, que estaban poco dispuestos a reconocer su error. El relato dice que "apenas apaciguaron el pueblo."

Los listrenses razonaban que habían contemplado con sus propios ojos el milagroso poder ejercido por los apóstoles.  Habían visto regocijarse con perfecta salud y fuerza a un lisiado que nunca antes había podido caminar. Sólo después de mucha persuasión de parte de Pablo, y de explicar cuidadosamente su misión y la de Bernabé como representantes del Dios del cielo y de su Hijo, el gran Sanador, el pueblo fue persuadido a abandonar su propósito.

LAS LABORES DE PABLO Y BERNABÉ EN LISTRA fueron repentinamente reprimidas POR LA MALICIA de "unos Judíos de Antioquía 149 y de Iconio," que, al enterarse del éxito del trabajo de los apóstoles entre los licaonianos, habían resuelto ir tras ellos y perseguirlos. Al llegar a Listra, los judíos lograron pronto inspirar a la gente la misma amargura de espíritu que los dominaba.  Por falsedades y calumnias, aquellos que poco antes habían considerado a Pablo y Bernabé como seres divinos, quedaron convencidos de que en realidad los apóstoles eran peores que criminales y eran dignos de muerte.

EL CHASCO QUE LOS LISTRENSES habían sufrido al negárseles el privilegio de ofrecer sacrificio a los apóstoles los preparó para volverse contra Pablo y Bernabé con un entusiasmo parecido a aquel con el cual los habían aclamado como dioses. Incitados por los judíos, se propusieron atacar a los apóstoles por la fuerza.

LOS JUDÍOS les encomendaron que no le diesen a Pablo la oportunidad de hablar, arguyendo que si le concedían ese privilegio, embrujaría al pueblo. Pronto fueron cumplidos los criminales designios de los enemigos del Evangelio. Entregándose a la influencia del mal, los listrenses quedaron poseídos de una furia satánica, y echando mano de Pablo, le apedrearon.

EL APÓSTOL PENSÓ QUE SU FIN HABÍA LLEGADO. Recordó vívidamente el martirio de Esteban, y la cruel parte que él mismo había desempeñado en aquella ocasión. Cubierto de magulladuras y desmayando de dolor, cayó al suelo, y la enfurecida multitud, lo sacó "fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto."

EN ESA HORA DE OBSCURIDAD Y PRUEBA, LOS CREYENTES DE LISTRA, que mediante el ministerio de Pablo y Bernabé se habían convertido a la fe de Jesús, permanecieron leales y fieles. La irrazonable oposición y cruel persecución de sus enemigos sirvieron solamente para confirmar la fe de estos devotos hermanos; y ahora, frente al peligro y el escarnio, mostraron su lealtad reuniéndose con tristeza alrededor del cuerpo de aquel que creían muerto.

CUÁL NO FUE SU SORPRESA CUANDO, en medio de sus lamentos, el apóstol levantó repentinamente la cabeza, y se puso en pie, 150 con alabanza de Dios en sus labios. Esta inesperada restauración del siervo de Dios fue considerada por los creyentes como un milagro del poder divino, y pareció poner el sello del Cielo sobre su cambio de creencia. Se regocijaron con indecible alegría, y alabaron a Dios con renovada fe.

ENTRE LOS QUE SE CONVIRTIERON EN LISTRA, y que fueron testigos oculares de los sufrimientos de Pablo, se contaba uno que había de llegar a ser más tarde un obrero eminente de Cristo, quien había de participar con el apóstol en las pruebas y los goces del servicio de avanzada en campos difíciles. Era un joven llamado Timoteo. Cuando Pablo fue arrastrado fuera de la ciudad, este joven discípulo se hallaba entre aquellos que se quedaron al lado de su cuerpo aparentemente sin vida, y que le vieron levantarse, magullado y cubierto de sangre, pero con alabanzas en los labios, porque se le había permitido sufrir por Cristo.

AL DÍA SIGUIENTE DE LA LAPIDACIÓN DE PABLO, LOS APÓSTOLES PARTIERON PARA DERBE, donde sus labores fueron bendecidas, y muchas almas fueron inducidas a recibir a Cristo como el Salvador. Pero cuando "hubieron anunciado el evangelio a aquella ciudad, y enseñado a muchos," ni Pablo ni Bernabé estaban contentos con emprender obra en cualquier otra parte sin confirmar la fe de los conversos que se habían visto obligados a dejar solos por un tiempo en los lugares donde habían trabajado recientemente. Y así, sin amedrentarse frente al peligro, "volvieron a Listra, y a Iconio, y a Antioquía confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe."

MUCHOS HABÍAN ACEPTADO LAS BUENAS NUEVAS DEL EVANGELIO, y se habían expuesto así al vituperio y la oposición. A éstos trataron los apóstoles de establecerlos en la fe, a fin de que el trabajo hecho pudiera subsistir. Como factor importante del crecimiento espiritual de los nuevos conversos, los apóstoles se esforzaron por rodearlos con las salvaguardias del orden evangélico. Organizaron iglesias en todos los lugares de Licaonia y Pisidia donde había creyentes. 151

EN CADA IGLESIA ELEGÍAN DIRECTORES y establecían el debido orden y sistema para la conducción de todos los asuntos pertenecientes al bienestar espiritual de los creyentes. Esto estaba en armonía con el plan evangélico de unir en un solo cuerpo a todos los creyentes en Cristo, y Pablo tuvo mucho cuidado de seguir este plan en todo su ministerio. Los que en cualquier lugar eran inducidos por sus labores a aceptar a Cristo como su Salvador, eran, al debido tiempo, organizados en iglesia. Se hacía esto aun cuando los creyentes no fueran sino pocos. Así se les enseñaba a los cristianos a ayudarse unos a otros, recordando la promesa: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos." (Mat.18:20.)

Y PABLO NO OLVIDABA A LAS IGLESIAS ASÍ ESTABLECIDAS. El cuidado de esas iglesias pesaba sobre su ánimo como una carga siempre creciente. Por pequeño que fuera el grupo, era no obstante objeto de su constante solicitud. Velaba tiernamente por las iglesias más pequeñas, comprendiendo que necesitaban especial cuidado, a fin de que los miembros pudieran ser cabalmente establecidos en la verdad, y enseñados a realizar esfuerzos fervientes y abnegados por aquellos que los rodeaban.

En todos sus esfuerzos misioneros, Pablo y Bernabé procuraban seguir el ejemplo de Cristo de voluntario sacrificio y fiel y fervorosa labor en bien de las almas. Siempre despiertos, celosos e infatigables, no tomaban en cuenta su personal inclinación y comodidad, sino que en incesante actividad y orando anhelosamente sembraban la semilla de verdad. Al propio tiempo tenían mucho cuidado de dar valiosísimas instrucciones prácticas a cuantos se decidían en favor del Evangelio. Este fervor y piadoso temor producían en los nuevos discípulos una duradera impresión acerca de la importancia del Evangelio.

CUANDO SE CONVERTÍAN HOMBRES PROMISORIOS Y CAPACES COMO EN EL CASO DE TIMOTEO, procuraban Pablo y Bernabé presentarles vívidamente la necesidad de trabajar en la viña del Señor. Y cuando los apóstoles se iban a otra ciudad, la fe de esos conversos 152 no disminuía, sino que se acrecentaba. Habían sido fielmente instruidos en el camino del Señor y enseñados a trabajar abnegada, fervorosa y perseverantemente por la salvación de sus prójimos. Esta solícita educación de los neófitos era un importante factor del notable éxito que obtuvieron Pablo y Bernabé al predicar el Evangelio en tierras paganas.

El Primer Viaje Misionero Se Acercaba Rápidamente A Su Fin. Encomendando al Señor las iglesias recién organizadas, los apóstoles fueron a Panfilia, "y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia; y de allí navegaron a Antioquía."153

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP