"Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar
a Dios." Ex. 3:6.
La humildad y la reverencia deben caracterizar el comportamiento de todos los que se allegan a la presencia de 257 Dios.
En el nombre de Jesús podemos acercarnos a él con confianza, pero no debemos hacerlo con la osadía de la presunción, como si el Señor estuviese al mismo nivel que nosotros.
Algunos se dirigen al Dios grande, todopoderoso y santo, que habita en luz inaccesible, como si se dirigieran a un igual o a un inferior.
Hay quienes se comportan en la casa de Dios como no se atreverían a hacerlo en la sala de audiencias de un soberano terrenal.
Los tales debieran recordar que están ante la vista de Aquel a quien los serafines adoran, y ante quien los ángeles cubren su rostro.
A Dios se le debe reverenciar grandemente; todo el que verdaderamente reconozca su presencia se inclinará humildemente ante él, y como Jacob cuando contempló la visión de Dios, exclamará:
"¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios,
y puerta del cielo." (Gén. 28:17). PP
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